Hace algún tiempo, pequeño yo, me llevaron de paseo al circo. No paraban de asombrarme los trapecios, los payasos, la música, los leones y el domador...
Y el elefante!, esa bestia enorme que demostraba una fuerza descomunal. Mucho me extrañó cuando salimos, ver al animal atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas. No entendí como semejante animal no intentaba liberarse, podría arrancarla de cuajo.
- Porque no huye? - pregunté
- Porque esta amaestrado - me contestaron.
Pasó el tiempo y alguien ante la misma pregunta, me contestó:
- El elefante no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño.
Apenas nacido lo sujetaron a la estaca y a pesar de haber empujado y tirado tratando de soltarse no lo consiguió. Volvió a intentarlo durante mucho tiempo, muchas veces. Hasta que un día el elefantito aceptó su impotencia y se resignó a su destino de prisionero.
Y ahora enorme y poderoso el pobre cree que no puede.
Jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.
viernes, 25 de septiembre de 2009
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