Había una vez un país algo contradictorio llamado Tilinguilandia.
Gozaba de un buen clima, mejor paisaje y recursos naturales que otros estados envidiaban.
Tenía vaquitas, ovejitas y muchos animales que además de adornar y corretear las pampas eran buena fuente de alimento.
También el suelo daba lo suyo, además de yuyos y flores, cereales que alimentarían mundos. En el subsuelo encontraban petróleo, gas y derivados.
El agua no faltaba ni los peces tampoco, montañas con minerales y ríos caudalosos. Una discreta población mezcla de nacionalidades diversas, que en tiempos remotos desembarcaron en el puerto de Tilinguilandia con el deseo de quedarse.
Resumiendo, Tilinguilandia tenia como para llegar a ser en algún momento una nación prospera.
Como tantos otros paises perdio mucho tiempo con eso de pelearse internamente (por el tan mentado " quien la tiene mas larga").
Hasta en algún momento a los notables que gobernaban Tilinguilandia se les ocurrió guerrear con un país muy poderoso, que a su vez era ayudado por otros países muy pero muy poderosos.
Muchos de los habitantes trabajaban, otros estudiaban, y algunos vivían de esos que trabajaban y estudiaban.
Tilinguilandia era mundialmente conocida por el deporte del balompie también llamado "fobal" por los antiguos nativos. Los jugadores de ese deporte eran solicitados por países del mundo desarrollado que pagaban fortunas por tenerlos en sus equipos. Fortunas que a veces no alcanzaban a cubrir el déficit en las arcas de los equipos locales pero si de sus abnegados dirigentes.
Tanto de importante era el"fobal" o mejor expresado el "fútbol" que los gobernantes de Tilinguilandia, gentes nada tonta, se ocupaban y mucho de mantener siempre vivo el fervor de los habitantes por ese noble y rentable (para algunos) deporte.
Como anécdota es bueno enterarse que alguna vez, mientras ocurrían cosas terribles, como torturas y desapariciones, se les ocurrió a los próceres que gobernaban ese país, armar un gran espectáculo futbolistico. Construyeron estadios y gastaron mucho pero mucho dinero en la fiesta.
Si que hubo fiesta, porque además de organizar el evento, también hicieron que el seleccionado de Tilinguilandia fuera el campeón de eso que se llamó Mundial de Fútbol. Bien dicen algunos que con dinero y poder todo es posible.
El tema es que mientras Tilinguilandia se debatía en una economía que no era la mejor y la situación social nada agradable, las calles se llenaban de habitantes enloquecidos por el triunfo de su selección de fobal. Los jugadores eran héroes y los Tilingos -habitantes de Tilinguilandia- aplaudían en los estadios al gobernante (un general venido a presidente y discípulo del gran Nerón) . Y flameaban banderas y banderitas , las gentes se vestía con los colores de la camiseta del equipo que eran los mismos colores de la bandera de Tilinguilandia y gritaban "somos los mejores".
Más adelante, precisamente cuatro años después, en otro país, hubo otro mundial de fobal, al cual concurrió el equipo ganador del mundial anterior, entiendase, la selección de Tilinguilandia.
Conviene aclarar que por esos días, Tilinguilandia estaba en guerra con un país cuya selección jugaba el mismo torneo de fútbol. Y algunos memoriosos recuerdan que mientras las gentes miraba por la tele los encuentros deportivos, en otro lugar en condiciones mas desfavorables, chicos que vestidos de soldados, pasaban frío y hambre y muchos morían; justamente en el mismo instante que los Tilingos (habitantes de Tilinguilandia) gritaban: gooooooooooooool.
Y hubo otros mundiales con suerte dispar para el equipo representante de ese contradictorio país.
Cuentan los ancianos sabios que los días en que la agrupacion jugaba, los habitantes del país dejaban de lado sus ocupaciones habituales, inclusive sus tareas laborales dejando desiertas las calles de pueblos y ciudades. Algunas gentes se quedaban en sus casas, despatarrados en cómodos sillones frente al LCD recién adquirido en 50 cuotas sin interés, tomando mate o alguna bebida espirituosa. Otros poblaban bares, tabernas, drugstores y tugurios, vestidos para la ocasión con camisetas del color del team vernáculo, gorritos de cuatro puntas, envueltos en banderas y paladeando ricas birras de litro- léase "porrón"- al grito de "vamo tilinguilandia todavía".
También los jardines de infantes, las escuelas, colegios y universidades adherían al evento suspendiendo clases y charlas educativas.
Dentro de esa población de Tilingos existían grupos de gentes de gran fervor "por la camiseta" asiduos visitantes a los estadios de fobal llamados "hinchas" y a los hinchas mas hinchas se los conocía como "barras bravas"; estos grupos estaban integrados por vagos, mal entretenidos, delincuentes y chicos malcriados con deudas pendientes en la justicia. Estos señores ocupaban las tribunas de los coliseos portando banderas con los colores del club al cual adherían por pasión futbolera y por algunos negocios y negociados con jugadores y dirigentes, anque políticos y otros pobladores del ambiente en cuestión.
Los personajes de referencia eran avalados, utilizados y mantenidos por presidentes de clubes, técnicos del ramo, diputados, senadores, intendentes, jueces, punteros políticos y demás especimenes. Viajaban por el mundo y alrededores, acompañando y alentando a los clubes de los cuales eran hinchas y como si fuese poco también se desplazaban para alentar a la selección nacional de fútbol. Claro que para solventar los gastos de viajes y estadías, recurrían a esos personajes que los apañaban. Todo sea en nombre del entusiasmo por la camiseta.
Conviene aclarar que esa mencionada selección de fútbol, que en su casaca lleva los colores de Tilinguilandia, era dirigida por un coach que había sido en otras épocas, un brillante jugador de pelota parada y en movimiento, además de un notable "manoteador".Muchacho algo díscolo al que los Tilingos le perdonaron y le perdonan cualquier tipo de exabruptos, incongruencias y desplantes. Tal vez sea este personaje un claro ejemplo del contradictorio Tilinguilandia, del cual es digno embajador. Tipo hábil de opiniones absurdas y cambiantes segun le convenga, rápido para el llanto arrepentido, experto en dar malos ejemplos, gran peleador callejero y notable pícaro. Hasta se dio el lujo no hace tanto, después de enojarse con algunos periodistas, de invitarlos amablemente a que "la sigan chupando", sin aclarar que cosa convidaba a seguir chupando. En otra oportunidad recién levantado de la siesta y algo enfadado la emprendió a balinazos-entiendase balas de mentirita- contra otros periodistas que intentaban molestar su descanso de quinta alquilada.
Como para acentuar la contradiccion de Tilinguilandia y teniendo en cuenta las virtudes de esta celebridad, el gobernante de turno no tuvo mejor idea que homenajear al personaje nombrandolo técnico de la selección nacional de fútbol.
Obteniendo este individuo de esa manera, un suculento sueldito, alguna que otra prebenda, la satisfacción de varios caprichitos, propios, de su numerosa familia y amigos y la impunidad para decir y hacer lo que le venga en ganas con tal de que la selección de Tilinguilandia consiga la tan ansiada copa de campeón. Porque bien sabido es eso de "la familia y los amigos son lo primero". Y de paso, ayude con tal trofeo, a sumar puntos y votos al gobierno de turno.
Vamos Tilinguilandia todavia!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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