Tiempos á, cuando aún no se tenía certeza de la redondez de la tierra, ocupaban parte de la misma los esclavos, que eran unos tipos generalmente negros y de buena contextura física.
Unos señores, con el poder que les daba el dinero, concurrían a lugares donde se encontraban a la venta y canje (un car-one antiguo pero de esclavos en lugar de coches) donde realizaban las operaciones y negociaban los precios. La mercadería era obtenida mediante viajes que realizaban los traficantes, generalmente a territorio africano, donde es sabido abundaban los negritos que eran cazados cual animales salvajes y embarcados en galeones u otro tipo de embarcación para engrosar los stocks en las ferias de esclavos.
La negociación de la compra-venta incluía la revisación del bien: dientes, pies , manos y una vez facturado y escriturado el bien, el nuevo propietario lo llevaba a su casa para destinarlo a las tareas para las cuales fue adquirido, a saber, trabajo en minas, en campos o haciendas, fábricas, también para cortar el pasto, cocinar, limpiar, lavar, planchar. Hubo casos en que el fornido esclavo se ocupaba a escondidas de satisfacer a la insatisfecha señora del patrón.
Eran tiempos de los barbáros quienes se subían a los arbóles para bajar a los pajáros pero a poco la cosa fue cambiando. Los negritos se volvieron menos obedientes y los patrones, que giles no eran, entendieron que había que aflojar las tensiones. En un país norteño apareció un tipo de barba -dicen que fabricaba galletitas dulces- de nombre Abraham quien andaba en busca de fama y tras reuniones y conciliábulos consiguió mediante un DNU -léase decreto de necesidad y urgencia- la abolición de la esclavitud. Hecho que motivó la alegría de los ex esclavos y sus familias numerosas expresándose mediante fiestas y borracheras, bah... cosas de negros. Mientras se realizaban las fiestas, los ex amos miraban los festejos por la tele y sonreían con sorna e ironía. Pasa que antes de don Lincoln, los patrones tenían que invertir dineros en la compra, darles de comer, lugar donde dormir, vestirlos y algún que otro gasto que ocasionaban los esclavos, bien semoviente, que después de pasado un tiempo se devaluaba perdiendo el valor de reventa.
Comienza otra era. Como dice la canción: "cambia todo cambia...."
Los esclavos se convirtieron en trabajadores, ya no hacía falta comprarlos; ahora solamente bastaba con publicar un aviso en el periódico de la zona-Clarín no porque es malo!!!- y de inmediato se presentaban varios entre los cuales el conchabador podía elegir a su antojo. El modelo del aviso era generalmente así:" Se necesita peón de patio, albañil, administrativo, ingeniero en sistemas, o la profesión que se les ocurra". Con el agregado "inútil presentarse sin referencias".
La contratación era sencilla, se establecía el horario de trabajo y a cambio se le abonaba al trabajador un salario, que era un dinerillo que le alcanzaba para subsistir casi todo el mes.
Nada de alimentarlos, ni arroparlos, ni darles vivienda, ellos solitos ahora podián mantenerse.
El festejo le toca ahora a los patrones, el de las galletitas buen favor les hizo.
Pasadas algunas décadas, los antes esclavizados, siempre descontentos e insatisfechos como la famosa gata, comenzaron a pedir y pedir, ..que menos horas de trabajo, que los domingos con la familia, que la navidad, que el día de la madre, hasta tuvieron el tupe de pedir "el día del trabajador". Habrase visto!!!
Pero todo no queda aquí, iban por mas. Despacio y en silencio, al principio, los trabajadores, bajo una piel de cordero , comenzaron a exigir logrando varios de los puntos solicitados, además consiguieron dejar de trabajar antes de morirse (jubilación) y el colmo!!: vacacionar como lo hacían los dadores de trabajo y paga.
Y se agrandaron... ya no iba cada trabajador a discutir con el patrón las condiciones, ahora se reunían y elegían un representante, llamado delegado quien sería el encargado de discutir con la patronal. Nace aquí el llamado SINDICALISMO.
Y para que haya sindicalismo tienen que formarse los sindicatos, a tal fin se empiezan a organizar por actividades, a saber: Sindicato de Aguas Gaseosas, de Ferroviarios, de Camioneros, de Empleados de Comercio, etc. etc. Los delegados que ocupaban puestos en los sindicatos era elegidos por sus compañeros, entre lo mejor del barrio, personal con ciertos ideales y de una moralidad casi impecable. Las reuniones se hacían en alguna casa o esquina donde se elaboraban los puntos que se discutirían con los patrones el día siguiente, volviendo siempre a su puesto de trabajo y al contacto con sus compañeros.
Y siguen pasando los años y ya no son los trabajadores insatisfechos, ahora son sus representantes que van por más. Ya no les interesaba volver al trabajo una vez elegidos como delegados, ya no conducían camiones, ni despachaban detrás de un mostrador, ni reparaban vagones ferroviarios. Los cargos sindicales ya eran deseados por muchos, por lo tanto las elecciones eran mas peleadas y con muchos candidatos. Comenzaron a perpetuarse en el poder, claro que esto tiene su explicación, era tanta la vocación por defender los derechos de sus compañeros que no estaría bien dejar que otros se ocupen quien sabe con que intenciones. Se promocionaban con gran despliegue de publicidad las bandas integradas por los candidatos (léase" listas de candidatos"). Aparecen los custodios, los autos blindados, los procedimientos mafiosos. Esos defensores de trabajadores, con el fin de aumentar en algo su salario, se convierten en prósperos empresarios, pasando de empleados a empleadores. Todo sea por sus
compañeros trabajadores.
Debido a sus actividades sindicales, sin horarios y trabajando a destajo, no siempre pueden volver a su casa a comer ni a dormir con su familia. Tienen que recalar en restaurantes y hoteles, que solo por casualidad son vecinos de otros comensales y huéspedes que resultan ser los patrones contra los cuales ellos otrora discutían.
No estaba bien que culpa de su entrega en la defensa de sus afiliados, tuvieran que vivir en los andurriales, pasando en poco tiempo a comprarse un departamentito de cuatro dormitorios en algún barrio mas agradable, preferentemente country que también por casualidad vienen a ser vecinos de empresarios importantes y poderosos. Acaso no tiene derecho un trabajador a vivir dignamente?
La negociación de la compra-venta incluía la revisación del bien: dientes, pies , manos y una vez facturado y escriturado el bien, el nuevo propietario lo llevaba a su casa para destinarlo a las tareas para las cuales fue adquirido, a saber, trabajo en minas, en campos o haciendas, fábricas, también para cortar el pasto, cocinar, limpiar, lavar, planchar. Hubo casos en que el fornido esclavo se ocupaba a escondidas de satisfacer a la insatisfecha señora del patrón.
Eran tiempos de los barbáros quienes se subían a los arbóles para bajar a los pajáros pero a poco la cosa fue cambiando. Los negritos se volvieron menos obedientes y los patrones, que giles no eran, entendieron que había que aflojar las tensiones. En un país norteño apareció un tipo de barba -dicen que fabricaba galletitas dulces- de nombre Abraham quien andaba en busca de fama y tras reuniones y conciliábulos consiguió mediante un DNU -léase decreto de necesidad y urgencia- la abolición de la esclavitud. Hecho que motivó la alegría de los ex esclavos y sus familias numerosas expresándose mediante fiestas y borracheras, bah... cosas de negros. Mientras se realizaban las fiestas, los ex amos miraban los festejos por la tele y sonreían con sorna e ironía. Pasa que antes de don Lincoln, los patrones tenían que invertir dineros en la compra, darles de comer, lugar donde dormir, vestirlos y algún que otro gasto que ocasionaban los esclavos, bien semoviente, que después de pasado un tiempo se devaluaba perdiendo el valor de reventa.
Comienza otra era. Como dice la canción: "cambia todo cambia...."
Los esclavos se convirtieron en trabajadores, ya no hacía falta comprarlos; ahora solamente bastaba con publicar un aviso en el periódico de la zona-Clarín no porque es malo!!!- y de inmediato se presentaban varios entre los cuales el conchabador podía elegir a su antojo. El modelo del aviso era generalmente así:" Se necesita peón de patio, albañil, administrativo, ingeniero en sistemas, o la profesión que se les ocurra". Con el agregado "inútil presentarse sin referencias".
La contratación era sencilla, se establecía el horario de trabajo y a cambio se le abonaba al trabajador un salario, que era un dinerillo que le alcanzaba para subsistir casi todo el mes.
Nada de alimentarlos, ni arroparlos, ni darles vivienda, ellos solitos ahora podián mantenerse.
El festejo le toca ahora a los patrones, el de las galletitas buen favor les hizo.
Pasadas algunas décadas, los antes esclavizados, siempre descontentos e insatisfechos como la famosa gata, comenzaron a pedir y pedir, ..que menos horas de trabajo, que los domingos con la familia, que la navidad, que el día de la madre, hasta tuvieron el tupe de pedir "el día del trabajador". Habrase visto!!!
Pero todo no queda aquí, iban por mas. Despacio y en silencio, al principio, los trabajadores, bajo una piel de cordero , comenzaron a exigir logrando varios de los puntos solicitados, además consiguieron dejar de trabajar antes de morirse (jubilación) y el colmo!!: vacacionar como lo hacían los dadores de trabajo y paga.
Y se agrandaron... ya no iba cada trabajador a discutir con el patrón las condiciones, ahora se reunían y elegían un representante, llamado delegado quien sería el encargado de discutir con la patronal. Nace aquí el llamado SINDICALISMO.
Y para que haya sindicalismo tienen que formarse los sindicatos, a tal fin se empiezan a organizar por actividades, a saber: Sindicato de Aguas Gaseosas, de Ferroviarios, de Camioneros, de Empleados de Comercio, etc. etc. Los delegados que ocupaban puestos en los sindicatos era elegidos por sus compañeros, entre lo mejor del barrio, personal con ciertos ideales y de una moralidad casi impecable. Las reuniones se hacían en alguna casa o esquina donde se elaboraban los puntos que se discutirían con los patrones el día siguiente, volviendo siempre a su puesto de trabajo y al contacto con sus compañeros.
Y siguen pasando los años y ya no son los trabajadores insatisfechos, ahora son sus representantes que van por más. Ya no les interesaba volver al trabajo una vez elegidos como delegados, ya no conducían camiones, ni despachaban detrás de un mostrador, ni reparaban vagones ferroviarios. Los cargos sindicales ya eran deseados por muchos, por lo tanto las elecciones eran mas peleadas y con muchos candidatos. Comenzaron a perpetuarse en el poder, claro que esto tiene su explicación, era tanta la vocación por defender los derechos de sus compañeros que no estaría bien dejar que otros se ocupen quien sabe con que intenciones. Se promocionaban con gran despliegue de publicidad las bandas integradas por los candidatos (léase" listas de candidatos"). Aparecen los custodios, los autos blindados, los procedimientos mafiosos. Esos defensores de trabajadores, con el fin de aumentar en algo su salario, se convierten en prósperos empresarios, pasando de empleados a empleadores. Todo sea por sus
compañeros trabajadores.
Debido a sus actividades sindicales, sin horarios y trabajando a destajo, no siempre pueden volver a su casa a comer ni a dormir con su familia. Tienen que recalar en restaurantes y hoteles, que solo por casualidad son vecinos de otros comensales y huéspedes que resultan ser los patrones contra los cuales ellos otrora discutían.
No estaba bien que culpa de su entrega en la defensa de sus afiliados, tuvieran que vivir en los andurriales, pasando en poco tiempo a comprarse un departamentito de cuatro dormitorios en algún barrio mas agradable, preferentemente country que también por casualidad vienen a ser vecinos de empresarios importantes y poderosos. Acaso no tiene derecho un trabajador a vivir dignamente?
Como las reuniones de trabajo eran muchas y ocupaban casi todo el tiempo del delegado, es sabido que una persona no puede con todo. Llegó el momento de buscar alguien que atienda el teléfono, sirva un cafecito en los días de invierno y mienta por él diciendo: " El secretario general no puede atenderlo porque está en una reunión". Para esos menesteres que mejor que una niña de buena presencia al gusto del sindicalista; señorita o señora que de tanto compartir tiempos con el señor secretario general, horas de interesantes tertulias y alguno que otro periplo al interior del país o en algunas pocas ocasiones un viaje con destino a una isla del caribe motivado por un congreso de sindicatos de la región, tal damita se convierte a la postre en amante del destacado e impresentable defensor de los derechos de los trabajadores de su gremio.
Siempre con el rumbo puesto en conducir pensando en el bienestar de sus afiliados y en resguardo de conquistas obtenidas, pensando siempre en que cualquiera no puede sucederlos en su cargo en caso de muerte- conviene aclarar que la muerte es la única alternativa para que deje el cargo obtenido en elecciones dudosamente limpias, muerte que a veces es provocada por otro muchacho interesado en los privilegios que tiene el secretario general de la CGTT- toma sus recaudos nombrando sucesores a hijos propios o de sus mujeres. Convirtiendo al sindicalismo en un régimen monárquico o algo parecido.
Que mejor amparo de un trabajador que su defensor incursione en política para poder cambiar desde adentro y conseguir las mejoras que sus agremiados merecen. Así comienzan a escalar dentro del sistema de partidos políticos ocupando cargos de concejales, diputados, senadores, gobernadores. Y no crea el vulgo que esos títulos conformaran a los ilustres y abnegados sindicalistas, si Tilinguilandia sigue en pie a pesar de todo, tendrán sus habitantes la posibilidad de entronar en el sillón de la casa de gobierno a uno de esos sacrificados paladines.
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