Intentaba cruzar la calle esperando en el cantero divisorio de la avenida mirando hacia ambos lados el fluido y veloz paso de los coches.
Una mirada se cruzó con la de él. Solamente duró un par de segundos, un golpe de vista, un instante.
Será así el llamado amor a primera vista?
Se olvidó del cruce de la calle y de los autos, sólo atinó a seguirla con la mirada hasta que ella dobló la esquina.
Fueron esos ojos mezcla de color azul, verde, gris y negro los que hicieron que su cabeza no dejara de recordarlos todo el día. Y su mirada de efímera duración, y su pelo largo y oscuro, y su piel blanca, y sus labios apenas rojos maltratados por el frío invernal y su andar despreocupado.
Al fin cruzó la calle, continúo con sus quehaceres, volvió a su casa, cenó en soledad, miro un rato la tele y se fue a la cama temprano.
Como todas las noches, intentó leer el libro que siempre lo espera en la mesita, se puso los anteojos anuladores de presbicia, abrió el libro y se dispuso a leer. Apenas una página y sin concentración; esta noche su mente estaba ocupada en otros menesteres.
Apagó el velador, acomodó la almohada y empezó a pensar en la dueña de aquella mirada . Con los ojos cerrados pudo recomponer la imagen matinal con detalles y colores. Y se durmió.
Y la soñó. Un sueño maravilloso en el cual aparecía la niña, y sus ojos volvieron a mirarlo, y le sonrió, y se acercaron, se miraron, se abrazaron, se acariciaron. Sintió el corazón palpitante y los labios tibios que se besaron dulcemente. Volvieron a mirarse acariciándose suavemente y otra vez se besaron , y sus pieles se desearon, la imaginó estremecer de placer a su lado, compartió ese placer, seguían mirándose sonriendo, felices, jóvenes, dichosos, satisfechos de amor y pasión.
De pronto, plop!, se despertó. cuando se dio cuenta, estiró el brazo queriendo tocarla, lloró por comprender que era un sueño, cerró los ojos intentando retomar ese sueño. Se abrazó impotente a la almohada mojada de lágrimas tristes. Por mas que se esforzó, su mente ya no le daba la imagen de ayer, ya el rostro era difuso, no había color de ojos ni mirada. Se acurrucó desconsolado. Y nuevamente se durmió.
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